La siguiente entrevista ha sido extraída del Boletín Informativo Invierno 02-03 de la organización Alternativa para la Liberación Animal (ALA). ALA fue fundada en 1986 y fue la primera organización por la Liberación Animal a nivel estatal. Por ella pasaron activistas que más tarde estuvieron y/o fundaron entre otras organizaciones: Equanimal, Igualdad Animal, Antiespecista, Anima Naturalis o Libera!.
Entrevista a un matarife. Texto extraído del Boletín Informativo Invierno 02-03 de la organización Alternativa para la Liberación Animal (ALA).
Estuve hace alrededor de cinco años, trabajando dos años seguidos, en un matadero de pollos de Mungía (Bizkaia). El proceso allí era que llegaba el pollo que venía en camiones, hasta que salía despiezado en bandejas para el consumo.
Empecé a trabajar por mediación de un amigo, y como había falta de trabajo me incorporé a la cadena.
Vienen en camiones, en jaulas, en cada camión vienen de dos mil quinientos a tres mil pollos, vienen unos encima de otros con las plumas, con las patas, las alas fuera. Vienen de Huesca y de otros sitios. Tienen un largo viaje, y con el frío que hace muchos vienen congelados, muertos, o en condiciones penosas.
Es hacer su trabajo, monótono y autómata, el mismo trabajo ocho horas.
Desde que llegan, lo primero que se hace es sacarlos de las jaulas y se establece un proceso en cadena, hay dos o tres personas colgando contínuamente pollos.
Se coge de la pata o de donde agarres, porque cuando se coge un pollo se coge sin mirar, igual coges del cuello que de las patas y se le cuelga boca abajo y de ahí pasa a una bañera donde le das descargas, es una bañera con dos cables y pasa la corriente, se usa para atontar al pollo.
Eso es la velocidad. Ahí no puedes parar, hay que matar tantos pollos, la cadena de producción no puede parar.
No perder dinero, y no dejar un gancho sin colgar.
Luego se le desangran, que es introducir un cuchillo por la boca y sacárselo por el cuello. Es la forma más rápida para que se desangre, y luego de ahí pasa a seis o siete metros a las peladoras.
Sí. Las peladoras son máquinas con agua caliente, también se les llama escaldadoras, con agua caliente y con cepillos para desplumarlos lo más rápido posible.
Hombre, desde que el matarife le intenta desangrar, hasta la peladora hay un espacio de ocho o diez metros, con lo que calculando la cantidad de sangre que pueda llegar a perder supongo que más de uno llegará allá vivo.
Sí, sí, los huesos se rompen con mucha facilidad.
Sí, cuando abres una jaula se quedan quietos, estáticos, no sé, tienen unas patas muy débiles para el cuerpo que tienen.
Sí, se les despluma porque es lo que va a ver el cliente, por lo tanto eso interesa más de cara al público. Interesa más el aspecto exterior que cómo ha estado tratado, cómo ha estado cuidado, su alimentación, vende mucho más por la vista.
Los de caserío tienen algo mejor sus condiciones, no en jaulas individuales, pero jaulas más grandes y menos pollos, son mucho más espabilados, en el momento que abres una jaula, el instinto de supervivencia del pollo es de salir corriendo. Los pollos de naves industriales se quedan parados, se quedan clavados en el suelo, abres una jaula y se quedan quietos. Sin embargo, en ambos casos la muerte que les espera es igual de horrible.
Pueden tener una media de veinticinco días, tienen muy poco tiempo de vida, lo que hacen es comer, comer contínuamente, los tienen a base de piensos y lo que interesa es que el pollo engorde y engorde, nada más.
No, eso desconozco. Yo he estado en el matadero, de criadero no conozco nada.
Después de desplumar hay que sacarles las tripas, que se dejan en un recipiente, y eso luego se lo llevan. Llega una gente y se lleva lo que son las tripas, los intestinos…
Sí, la sangre se recoge toda y se cuece.
No, para la sangre venía una persona, no sé si de parte de una empresa, una furgoneta sin rotular y no sé a donde iría. Y con las tripas pasaba lo mismo, eso se llevaba todos los días sino el olor que desprende eso…
Lo que se ve es lo bonito, las bandejas con los plásticos que le da brillo, con las etiquetas. Lo que queda oculto es el proceso que ha llevado, su transporte, el trato que se les ha dado, el sacrificio… el trato es de mercancía, son tratados como mera mercancía, materia prima para el negocio.
Cada camión podía tener de dos mil quinientas a tres mil aves y cada día se podían llegar a matar dos camiones, incluso tres. Te estoy hablando de hace cinco años, imagino que las cosas tal y como está el consumo no habrá ido a menos, puede haber ido a más. Cada vez hay más consumo.
Los camiones llegaban alrededor de las cinco de la mañana, y nosotros empezábamos a las seis, de seis a dos contínuamente matando. Se podía estar matando hasta las doce y media y luego pasaba todo el mundo a hacer las bandejas, a despiezar el pollo y a hacer bandejas, a pesarlas, a etiquetarlas.
Eso es, se les paga por kilo, entonces dependiendo del peso que pierdan se pagará más o menos.
Nosotros por sueldo. Al ser el tema de cadena, ésta no puede parar nunca, no puede haber un gancho libre, por lo tanto se trabaja muy estresado y te puede llegar a crear varios tipos de traumas.
Sí, yo dejé de comer pollo en el momento que salí voluntariamente de allí, más que nada, por el tipo de situación que ví, cómo los trataban y todo. Llegué a tener pesadillas por las noches. El ruido es angustioso, el ruido de tres mil pollos piando contínuamente… Te llega a entrar profundamente en la cabeza.
Sí, hay más gente que acaba con el tema del estrés. Es un estrés contínuo, no te lo quitas de la cabeza.
Sí, se hace muy duro. Es muy agobiante y muy estresante. Es un contínuo piar y el tema de tratarles como a objetos, se les cuelga, porque no puedes dejar un gancho libre, por lo tanto le puedes coger de cualquier sitio; del cuello, de las patas, de las alas, de donde sea.
Entrevista a un matarife. Texto extraído del Boletín Informativo Invierno 02-03 de la organización Alternativa para la Liberación Animal (ALA).
Sí, por el tema que hemos comentado antes de los huesos, que son totalmente débiles, no tienen fuerza, ni masa muscular. Coges y le rompes una pata como quien rompe un cigarro.
No, acostumbrarse no creo que se acostumbre nadie, simplemente que hay gente que por necesidad tiene que hacer ese trabajo. También hay mucha gente sensible. Yo por ejemplo dije que no y terminé marchándome de esa empresa.
Mayoritariamente cuando yo estaba allí se empaquetaba todo para Eroski, que era a quien le proveíamos. Se llevaban tanto despiezados como los pollos enteros, precintados en bandejas, empaquetados y todo. También cuando era temporada de cerveceras se les mandaban allí.
Eran una minoría… Además me acuerdo que eran los jueves y los viernes, pero no llegaban a los ciento cincuenta o doscientos.
Sí, se les ponía más bonitos, en las patas unas cosas doradas para que la gente los vea. Ellos mismos se estaban descubriendo, porque están dando favor a los pollos de caserío.
También explotan al humano. Es un trabajo mal pagado para el tema del estrés. Lo haces porque no hay más.
En este momento ya es un tema pasado, pero he tenido una temporada muy mala. He llegado hasta a tener pesadillas por las noches, atormentado sobre todo por el tema del ruido de los animales, el «pí, pí, pí…», el oír piar y el verlos colgados.
Son totalmente mercancía, y del tema de la alimentación imagino que dejará bastante que desear. Si un pollo de esos puede llegar a pesar dos kilos y tiene veinticinco días la alimentación debe de ser a base de transgénicos, hormonas y a base de un montón de cosas para que coja peso. Lo que interesa es el beneficio.
Sí, por lo que oí. Lo que pasa es que no se distinguen. A los machos los suelen triturar para hacer piensos, porque no son útiles para el consumo humano y tampoco ponen huevos. A estos animales se les tira vivos a la trituradora cuando no tienen ni días.
A raíz de lo que ví en el matadero he dejado de consumir pollo y cualquier otro tipo de carne, porque me dejó bastante marcado el tema del trato, de cómo los cuidan, el transporte, cómo llegan y el tema de la alimentación que están recibiendo, porque luego al comerlos recibes la misma alimentación que han recibido ellos.
Además vemos que son pura mercancía, al tenerlos en jaulas donde nunca han visto el sol, poca vitamina nos pueden aportar. Toda esa adrenalina que es provocada por el miedo que sienten estos animales a la hora de morir llega al humano al comerlo.
Pues a esa gente les diría que se tiraran trabajando una temporada, y que vieran más que cómo se les cuida, cómo se les descuida. Yo creo que más de uno dejaría de comer tanto pollo u otro tipo de animales.
Estoy seguro que si mucha gente tuviera que matar con sus propias manos, despellejar y destripar al animal dejarían de comérselo. Estamos acostumbrados a que nos llegue en la bandeja de poliestireno expandido, muy bonito, sólo hay que echarlo a la sartén. La gente ha perdido totalmente la sensibilidad hacia lo que es un animal, lo que representa, la vida que tiene.
Lo que el público ve, es lo que el comerciante quiere enseñarle, la parte bonita del producto, bien envasado, bien precintado y con muchos colorines, pero detrás de todo eso está el drama de cada animal y de cada cadáver.
2 Comentarios
Muchas gracias. Un gran aporte que espero que abra los ojos a tanta gente cegada.
LIBERACIÓN ANIMAL!! ♥
Muchas gracias por esta información. Es muy útil para mostrar a la gente no vegana la crueldad de la industria cárnica.
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